Oración desde Valencia

Para orar bien juntos, necesitamos crear un clima favorable. En el vivir cotidiano, pequeños momentos de gracia nos remiten a Dios si estamos abiertos a experimentarlos. Y así, rezamos con nuestra vida, viviéndola en constante referencia a lo que somos: hermanos e hijos de un mismo Padre.

Pero también necesitamos otros momentos en que todo se pare,  y, sin aislarnos de eso que somos, intensificar nuestra experiencia de Dios. Os proponemos vivir uno de esos momentos, en el cual compartiremos el privilegio de rezar juntos.

Preparar nuestras mentes

Si el siglo XXI se convierte, será a través de una mirada nueva, por medio de la mirada mística, que tiene la propiedad de ver las cosas por primera vez, de manera inédita…Cuando el ser humano se dé cuenta de que está amenazado en su esencia…quizás experimente entonces la necesidad de ser  salvado; y este instinto de salvación posible que le lleve a buscar en otra parte…muy lejos del murmullo de una cultura exangüe, la razón primera de lo que es él. Ahora bien, no lo encontrará más que a través del rejuvenecimiento integral de su inteligencia por medio de la contemplación, del silencio, de la atención más extrema, y para decirlo en una sola palabra, de la mística, que no es otra cosa que el conocimiento experimental de Dios” (A. Frossard)

Quan dic que crec, no només dic,

Em deixo omplir per una joia molt profunda,

Em deixo caure en la mirada que em fa ser,

Em deixo créixer en una veu de bona nova,

Miro l’infinit i no m’esglaia.

Quan dic que crec en Déu, no salto al vuit:

Toco les arrels d’allò que sóc,

Em sento il·luminat

-tan fos com sóc-

De pietat, de gràcia i de mistèri”

(D. Jou)

 

 

Cuando digo que creo, no digo solamente

Me dejo llenar por una alegría muy profunda,

Me dejo caer en la mirada que me hace ser,

Me dejo crecer en una voz de buena nueva,

Miro el infinito y no me asusta.

Cuando digo que creo en Dios, no salto al vacío:

Toco las raíces de lo que soy,

Me siento iluminado

-no importa cómo soy-

De piedad, de gracia y de misterio.

 

 

Preparar nuestros sentidos.

Escuchamos este canto desde esa mirada mística.

Un día, junto al mar,
la más triste canción
oyó llorar a un alma su dolor,
y a por el alma fue
vibrando la tonada,
conmovida y gentil,
maravillada.

¿Qué pena lloras tú
-le dijo la canción-
que me has trocado en gracia el corazón?

¿De qué me sirve a mí
-le respondió un sollozo-
la virtud, si no tengo un canto hermoso?

Sospecho que hoy empiezo a ser canción.
Y tengo la impresión
de que seré tu sol
si logro ser tu canto.
Sospecho que hoy empiezo a ser canción,
si seco un llanto.
Un día, junto al mar,
un alma halló su voz
y una tonada hallaba su razón.
Fue el día en que nació
la verdad hechizada:
la melodía y el alma enamoradas.

El alma con canción
iluminó su hogar,
y la canción con alma echó a volar.
Desde entonces las dos
vivieron más despacio,
a pesar de su tiempo y de su espacio.

Sospecho que hoy empiezo a ser canción.
Y tengo la impresión
de que seré tu sol
si logro ser tu canto.
Sospecho que hoy empiezo a ser canción,
si seco un llanto.

Abrir nuestro corazón a la comunión.

“Al final del camino, me dirán: ¿has vivido? ¿has amado?

Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres”

(Pere Casaldàliga)

Padre nuestro…

Agradecer

Tú dices: “yo soy la Resurrección y la vida”

y todo cambia ante nuestros ojos.

En tus manos se transforma el mundo.

 

Nuestra tierra, escenario del odio,

se convierte en la semilla de tu Reino.

En sus surcos, Tú trabajas.

 

Nuestra alegría, que tan pronto pasa,

se hace semilla de alegría eterna.

De su luz, tú sacarás el sol.

 

La muerte ya no pone término,

porque en el término tú siembras el comienzo.

 

La vida y la muerte en duro combate

vence la vida porque tú estás con ella.

Y nosotros vencemos contigo.

Gracias, Señor.

(autor desconocido)