REFLEXIÓN Y ORACIÓN SOBRE  Rom. 7, 8

VER

Yo resaltaría un versículo (7,19) que a mí siempre me ha ayudado para auto-comprenderme: “hago el mal que no quiero y no hago el bien que quiero”.  Me siento identificada con esta frase porque creo que todas las personas tenemos en nosotros esa tendencia a las actitudes egoístas, de  repliegue, de vanidad, de distanciamiento, de irresponsabilidad (los bajos instintos de que habla S. Pablo). Y también tenemos al mismo tiempo, inscrito en nuestro ser más auténtico, el deseo de bien y de bondad, el ímpetu hacia la virtud y la vida plena (la vida del Espíritu que Jesús nos ha regalado, desde la lectura creyente). Somos seres ambivalentes y contradictorios. A mí, esta constatación me produce paz, porque me ayuda a comprender desde dónde parto y a confiar en la posibilidad de un destino distinto, que no sólo está en mis manos. Y también me ayuda a comprender al otro, y me previene para no dejarme llevar por esa tendencia descalificadora con la que tan simplistamente juzgamos al otro.

¿Qué hecho de vida podría compartir con el grupo, en el que se refleje esta tensión?

JUZGAR

En el versículo 8,15, hay otro aspecto que me ha hecho pensar: es el tema de la libertad “no recibisteis un Espíritu que os hiciera esclavos y os volviera al temor…sino un Espíritu que os hace hijos…”Viendo mi vida y la de quienes me rodean, encuentro que realmente el mayor enemigo de la libertad es el temor. Ese pánico que sentimos ante lo desconocido, ante lo imprevisto que puede llegar cada día, esa ansiedad que experimentamos cuando no podemos controlar todo: el tiempo, el comportamiento nuestro y el de los que nos rodean…vivimos esclavizados por el temor. Tengo la impresión que este es uno de los puntos débiles de los seres humanos de hoy. Y ante ese miedo, buscamos asegurarnos en nuestros progresos científicos, en los bienes materiales, en la evasión que nos permita no afrontarlo con valentía. Cuando vencemos el miedo, podemos actuar con esa libertad e intrepidez de quien salta al vacío, sabiendo que una red nos protege en el vértigo del vuelo.

¿Cómo vivo la experiencia de libertad y esclavitud en el hecho que he escogido?

ACTUAR

El siguiente tema que nos puede ayudar a revisar nuestra vida es el de la esperanza.  “Si esperamos algo que no vemos, necesitamos constancia para esperar” (8,15) Efectivamente, ante el miedo, ensanchar la mirada en el tiempo y el espacio, mirarnos como seres en relación con otros, amados como los otros, escogidos como todos, cuidados como los demás. Formando parte de un proyecto común, de una promesa de vida plena, compartida por todos, donde los preferidos son los más vulnerables. Mantener esa mirada de fe, a pesar de todo, requiere constancia: la oración cotidiana, desde la oscuridad, la pereza, el cansancio y también desde los momentos de alegría y de fuerza. La esperanza, aún cuando sufrimos por vernos tan incompletos, cuando sufre el otro y nos sentimos impotentes e incapaces de aliviarle, cuando tenemos la impresión de que todo retrocede y empeora…porque “nada podrá apartarnos del amor de Dios” (8,39): esa sería la lectura creyente del sufrimiento.

Para situarme en estas coordenadas de esa vida confiada, pacífica, entregada, libre que nos propone Jesús, la clave está en experimentar la gratuidad. “Todo lo superaremos de sobra gracias a quien nos amó” (8,37) Ese ser contradictorio que soy, es llamado a la vida, perdonado. “Una salvación gratuita rompe todos mis esquemas” y me impulsa a “contemplar la realidad como Dios la contempla, amarla como Dios la ama e intentar transformarla de manera que se ajuste al proyecto amoroso de Dios…comprometiéndome en cada acontecimiento… sostenida por el Espíritu que modela mi vida, que me lleva a descubrir la presencia de Dios en la historia…”

¿En qué aspecto concreto me siento impulsado a comprometerme desde la experiencia de gratuidad?

Oración

Crec en Jesús el Crist,
la vida del qual, des del fons de la terra des de Déu,
segueix anunciant que cap criatura no està mai sola, mai no està abandonada.

Crec en Jesús, nostre Senyor, el que ens fa lliures de tots els senyors,
de tots els poders, de tots els temors que ens amenacen i encongeixen.
Ja que perquè siguem lliures ens ha alliberat Crist (Gal 5,1)

Crec en Jesús que renta els peus i serveix la taula i ens imposa l’únic manament
de l’amor feliç de si i de l’amor servicial mutu.

Crec que Jesús ens torna la confiança en nosaltres mateixos,
així com la confiança en el món d’avui
amb tota la seva complexitat, amb tota la seva vulnerabilitat.

Crec en Jesús, Fill únic.  El que impregnà la seva profecia i la seva rebel·lia en la tendresa de Déu.

El que es va saber plenament estimat, fundat, afirmat, enviat
i sostingut per Déu en tot moment.
Crec que en ell ens percebem, encara que només sigui a les fosques,
com a fills i filles amorosament engendrats, pacientment gestats,
incondicionalment estimats.

Crec que amb ell aprenem a cridar Déu amb infinita confiança i humilitat: Abbà!

José Arregi

Traducción:

Creo en Jesús, el Cristo, cuya vida, desde lo más profundo de la tierra y desde Dios, sigue anunciando que ninguna criatura está sola ni abandonada.

Creo en Jesús, nuestro Señor, el cual nos hace libres frente a otros señores, libres de poderes, libres, en fin, de los temores que nos amenazan y nos oprimen, ya que nos liberó para que fuéramos libres de verdad (Gal 5,1).

Creo en Jesús, el que lavó los píes a sus discípulos y se puso a servirles, al tiempo que les dejaba el único mandamiento, el del amor fraterno.

Creo en Jesús porque es capaz de devolvernos la confianza en nosotros mismos y, al mismo tiempo, a confiar en el mundo de hoy, con toda su complejidad y vulnerabilidad. Creo en Jesús, Hijo único, el cual empapo su vida profética y su fuerza en la ternura de Dios.

Él, en todo momento, se supo plenamente amado, fundado, afirmado, enviado y sostenido por Dios.

Creo que en Él es posible descubrirse, aunque de forma imperfecta, hijo/hija amorosamente engendrado/a e incondicionalmente amados.

Creo que en Él aprendemos a llamar e invocar a Dios, con infinita confianza y  humildad, ¡Abbá!