Padre, queremos hacernos conscientes de que tu presencia entre nosotros, que es en Tu Nombre y por Tu Reino por lo que hemos venido hoy a esta reunión.

Envíanos tu Espíritu que llene nuestra vida de Ti, que espabile nuestra mirada para verte en la vida cotidiana, que convierta nuestro corazón de piedra, lleno de comodidades, perezas, egoísmos, mínimos, maldades, por uno de carne que nos divinice acercándonos más a ser como Tu Hijo, hijos.

Haznos dóciles a tu mano de alfarero para que no nos resulten extraños tus caminos, para vaciarnos de nuestras cosas huecas y llenarnos de la Tuyas que son fuente de vida.

Permítenos sentirte, hoy, ahora, más tarde, ablándanos con su presencia.

Ayúdanos a que seamos capaces de reconocerte, de percibir Tu Presencia misteriosa alrededor de esta asamblea de hermanos.

‘Esta mañana he sentido la tentación, rápida y fácil a la vez, dulce como un aguijón, la tentación del mal. Estaba atareada con varias cosas que hacer y a ser posible a la vez, y he tenido que coger el teléfono de un compañero, una voz de mujer me preguntaba sobre nombres, responsabilidades, teléfonos, a quién dirigirse y a dónde enviar algo, empecé bien pero cada dato que le daba tardaba horrores en escribirlo pidiéndome continuamente que lo repitiera, en un golpe de fuego he pensado derivo la llamada, le digo que llame a tal que él sabrá mejor y me deja a mi esta tía lenta que acabe lo que tengo que hacer.

Con la misma intensidad he sentido Tu voz, Tu presencia en mi conciencia, me he identificado con la otra persona en tantas otras ocasiones dónde yo estaba al otro lado y he recordado que la profesionalidad también se juega en los pequeños detalles, en cómo tratamos a los otros, los usuarios del servicio, en cómo un gesto, una palabra de mal tono pueden fastidiarnos un rato.

Que la ética no es sólo cuestión de contenidos sino de formas, que lo pequeño es tan importante cómo lo grande, que Tú eras hoy para mí una persona lenta queriendo informarse concienzudamente para hacer bien su trabajo e instantáneamente he sentido una nueva paz, se acabaron las prisas, la he atendido amablemente no por deber sino porque así me ha salido de dentro, y he seguido con mi multitud de tareillas que no eran tantas ni tan importantes como a mí me parecían.

Ahora cuando repaso mi mañana para escribir una oración sobre mi día de hoy te encuentro ahí medio oculto en ese pequeño momento que ha llenado de paz mi mañana y te doy las gracias por Tu presencia discreta, por Tu capacidad de cambiarme, por iluminarme en el momento adecuado y no dos minutos después’

‘Lo que hagáis a uno de estos pequeños me lo hacéis a mí también’

Jesús se identifica con los otros en el Evangelio, se hace cuerpo en los pequeños, con los que nos rodean, no quiere ni está ausente en nuestras vidas, vive encarnado en otros, los Otros son presencia misteriosa de Dios en nuestra vida, también se encarna en nosotros cuando le dejamos.

Te pedimos Padre para que seamos capaces de dejarte ser en nosotros y descubrirTe en los demás. Para que descubramos que sólo seremos capaces de ello si estamos en tu compañía constantemente, si somos capaces de hacer de nuestra vida oración y oración en nuestra vida.

‘Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has descubierto a los pequeños estas cosas que escondiste a los sabios y prudentes’ (Mt. 11, 25)

Ahora volvemos la vista sobre este día y tratamos de identificar a Dios en algún momento, aquellos que quieran pueden compartirlo, o formular una petición o una acción de gracias al Padre.