Experiencia-profesional-px-profesionales-cristianos-prejubilacion-a-2016Se trata de un proceso de reflexión personal y comunitaria desde la fe, ante la toma de la decisión respecto a la jubilación anticipada de una militante, médica de familia.

Ha sido un proceso largo, llevado a cabo en varias etapas. Primero fue plantearse la conveniencia de la decisión. Circunstancias personales, familiares, laborales…a favor y en contra. Mis compañeros se sorprendían de que me lo planteara, dada la importante pérdida de poder adquisitivo respecto a lo percibido trabajando, y la posterior reducción de la cuantía de la pensión.

Así que no era suficiente un ejercicio puramente racional: había que poner en juego mucho más. La decisión conllevaba romper antes un vínculo muy significativo con personas (mis queridos pacientes), asumir el hecho de pasar a ser considerada “clase pasiva” y la sensación de tener que ser “sostenida” por los cada vez más escasos trabajadores cotizantes; también suponía aceptar ocupar voluntariamente una nueva posición “al otro lado de la mesa”. En ella el acceso a la información sanitaria, el contacto con los colegas, la formación…etc., deja de ser privilegiada y pasa a ser solicitada. Por todo ello, la decisión fue reflexionada, pero también “rezada”.

La reflexión me llevó a revisar cuáles habían sido los fines internos y externos de mi profesión. Los “para qués” que me habían movido, intentando ser honesta y no eludir los que pudieran ser “incorrectos”.

 

Los fines externos que me surgieron eran:

  • Tener la seguridad de un trabajo estable, retribuido, que me permitiera vivir sin sobresaltos.
  • Ser autónoma e independiente desde mi posición de mujer.
  • Pertenecer a un grupo prestigiado en la sociedad, con los privilegios de acceso a una cultura, a un lenguaje, a una relación “desde dentro” con el mundo sanitario.

Los fines internos vistos en perspectiva:

  • Realizarme y crecer como persona, a través del valor del trabajo.
  • Relacionarme con los demás desde una actitud de ayuda (al principio claramente paternalista, con los años más horizontal)
  • Desarrollar un cometido en la sociedad a través de la pertenencia al sistema público y del trabajo por la calidad de la asistencia prestada.
  • Trabajar en equipo con otros profesionales, procurando compartir objetivos y humanizar lo más posible la atención sanitaria.
  • Estar abierta y aprovechar los momentos en que he podido formarme en campos más específicos de mi profesión, para aplicar lo aprendido dándole una perspectiva distinta al trabajo cotidiano (aspectos relacionados con la comunicación, que me han ayudado a detectar actitudes manipuladoras que no son sanadoras para nadie; aspectos éticos que me han hecho ser consciente de que puede haber asimetría de conocimientos con los pacientes, pero nunca asimetría moral; aspectos del cuidado: cuidar es también curar, y el acompañamiento es también una gran herramienta sanadora para el que cuida).

Una vez tomada la decisión de jubilarme, en continuo diálogo con la familia, vino la etapa de intentar ir soltando tantas cosas materiales, tantas rutinas, tantas emociones, tantas dependencias…y empezar a despedirme de todo ello y de la gente. Me ayudaron algunas lecturas, las oraciones de cada día, pero fue una etapa muy dura.

Tras esta reflexión, llegó el momento de los argumentos. Tenía que explicarme a mí misma, a mis compañeros y a mis pacientes (sobre todo a ellos) lo que había decidido. Tenía que dejar claro que no se trataba de una huida (no estaba quemada), de abandonar el barco en tiempos de tempestad (un momento de cambios).

Porque hasta el último día de mi trabajo, me levantaba con ganas, rezaba en el camino teniendo presentes nombres y rostros concretos, encontraba motivos para dar gracias, a pesar del cansancio y aturdimiento que me iba invadiendo a lo largo de la jornada.

Las circunstancias familiares pesaban mucho en la decisión, pero también la percepción de unas capacidades más limitadas para hacer bien mi trabajo bajo presión. Y de nuevo, los “para qués”:

  • Para vivir sin tanta presión y poder estar en disposición de hacer mejor las cosas que creo que haría bien: escuchar, pacificar, acompañar…
  • Para vivir y relacionarme desde la gratuidad y desde la necesidad de devolver algo de lo mucho que he recibido, sin cálculos ni medidas.
  • Para ir desprendiéndome y viviendo con más sencillez, menos necesidades materiales, más austeridad…ir preparando la llegada de la limitación, la dependencia y la partida.
  • Para estar presente en los lugares y acontecimientos a los que me sienta llamada para el testimonio.
  • Para profundizar en la espiritualidad a través de ratos de meditación y oración cotidianos.

Experiencia-profesional-px-profesionales-cristianos-prejubilacion-2016-cY por fin, vino la fase de las acciones. Primero para despedirme: ir vaciando la consulta de lo personal y lo innecesario, llevando las cosas a la asociación El Rastrell. Ir comunicando a los pacientes la noticia (con respuestas generosas por su parte, sin reproches…), escribirles una carta explicando las razones, pidiendo perdón por mis errores y dando gracias por lo mucho que he recibido de ellos. También les contaba que me proponía seguir activa dentro del campo de los Paliativos y la Bioética, en el mismo departamento de Salud si es posible. En mi último día de trabajo, nos reunimos todos en torno a un sencillo almuerzo que encargamos a la asociación Novaterra.

Ahora estoy en la fase siguiente: ver cómo concreto mi compromiso en esta nueva etapa de mi vida.

Recién jubilada, participé dos ratitos como voluntaria sanitaria en el encuentro europeo de jóvenes de Taizé. Eso me ayudó mucho a visualizarme en el servicio desde la profesión. Voy a seguir colegiada, y como médica intentaré enfocar el compromiso.

A continuación transcribo la Acción de Gracias que hicimos en la misa del retiro de Navidad de Graduats.

Jn 1,1-18

En el momento de la acción de Gracias, quisiera compartir con mi comunidad el peso de la responsabilidad de una decisión que parece solo mía. La revisión de vida me ayuda a leer esta situación desde la fe, y eso me descoloca. Pienso en mi vida profesional pasada, vivo con desazón la presente, y con ilusión e incertidumbre, el futuro.
A la luz del evangelio, tomo perspectiva y entiendo que Dios me quiere explicar su proyecto, que su Palabra tiene algo que decir a esta vida que desde mi libertad voy tejiendo. Es una llamada a acercarme a “la vida entrañable de Jesús” para conmoverme con “la bondad el amor y la verdad que encierra su vida”. Es una invitación a “hacerme presente a mí mismo con verdad y sinceridad, hasta el fondo, desde dentro”. A experimentar a “Dios realmente presente en lo más íntimo de mi ser”.
No puedo dejar de vivir esta situación como una de esas “experiencias intensas de comunicación, de amor humano, de dolor purificador, de belleza o de verdad que mejor nos abren a la experiencia de Dios”. Y me sobrecoge leer que “el que cree siempre ve algo. Ve la vida envuelta en gracia y en verdad. Tiene en sus ojos una luz para descubrir, en el fondo de la existencia, la verdad y la gracia de ese Dios que lo llena todo”
Y pienso en qué tengo que desaprender en este momento concreto en que me encuentro, desde qué otra hondura puedo mirar las cosas.
Y lo primero que surge es ser consciente de que “vivir es ya, desde su origen, recibir” y que “la única manera de vivir sensatamente es acoger de manera responsable lo que se me da”.
Por eso reviso esa tendencia tan arraigada en este mundo que me rodea, de vivir constantemente exigiendo, quejándose, auto-centrándose. Organizando todo en función de mí misma. Viendo solo en la vida las pequeñas preocupaciones que llevamos en el corazón. No quisiera seguir por ese camino ni acabar así. Desearía reconocer y agradecer lo recibido, “dilatar el corazón”, acoger el regalo de la gracia.
Y permanezco en mi comunidad, para compartir ese regalo: la semilla, el grano de mostaza, la levadura que desde dentro va actuando. Acercarnos juntos “de manera concreta y vital a los evangelios, dejarnos animar por el Espíritu, entrar en relación con el Padre, para disfrutar cada vez más de la bondad insondable de Dios y así ir purificando nuestra fe”
Por eso, quisiera, primero, vivir y expresar la gratitud mientras voy despidiéndome, soltando, dejando, cerrando. Y luego discernir la manera concreta en que habré de “dejarme activar lo mejor que haya en mi ser” y ofrecerlo el resto de mi vida, sin perder la perspectiva de la vulnerabilidad, los límites.
“Señor, que aprendamos a vivir con Jesús una vida tan humana, tan verdadera, tan hasta el fondo, que a pesar de nuestros errores y mediocridad, nos pueda llevar hasta Dios”

(Citas JA Pagola. El Camino abierto por Jesús)