Estos días me he dedicado a recopilar un listado de nombres con los las trabajadoras sociales de Salud de la zona llamamos, entre nosotras, aquellos casos con los que trabajamos que se caracterizan por ser más conflictivos, problemáticos y de difícil resolución: Una “patata caliente”, un “marrón”, un “gol”, un “puro”, un “culo”…

Para Mª Eugenia son “los puntos verdes”.

Mª Eugenia, que es la trabajadora social de un Hospital de Crónicos, decidió poner en el listado de pacientes que atiende diariamente un punto verde al lado de cada uno de estos “pacientes difíciles”. ¿Verdes? – contesté yo el día que me lo explicó – ¿Y por qué no lo pones de color “marrón”, o rojo…? Pero ella me contestó: Verde, verde esperanza.

Así fue como Mª Eugenia decidió romper con los “marrones”, los “goles”, los “culos”, los “puros” y las “patatas calientes” y convertirlos en Puntos Verdes. Mª Eugenia me cuestiona y me hace plantearme cosas muy básicas. Cosas que se dan por hechas… Yo que soy una “profesional cristiana”, ¿vivo estos casos desde las esperanza? ¿Soy capaz de convertir los “marrones” en “Puntos verdes”?

Vuelvo a plantearme la importancia que tiene la forma en que nos ponemos en disposición de asumir nuestra tarea diaria, esas situaciones más complicadas, esas pequeñas cruces que nos acompañan en nuestro trabajo.

  • Pensamos en nuestras pequeñas (o grandes) cruces del trabajo.
  • ¿Cuáles son? ¿Cómo las vivo?

Romanos 8, 18 Esperanza de Gloria. Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no tienen proporción con la gloria que se ha de revelar en nosotros. La humanidad aguarda expectante a que se revelen los hijos de Dios. La humanidad fue sometida al fracaso, no de grado, sino por imposición de otro; pero con la esperanza de que esa humanidad se emanciparía de la esclavitud de la corrupción para obtener la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Sabemos que hasta ahora la humanidad entera está gimiendo con dolores de parto. Y no solo ella; también nosotros que poseemos las primicias del Espíritu gemimos por dentro aguardando la condición filial, el rescate de nuestro cuerpo. Con esta esperanza nos han salvado. Una esperanza que ya se ve, no es esperanza, pues si ya lo ve uno ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, aguardamos con paciencia. De este modo el Espíritu socorre nuestra debilidad. Aunque no sabemos pedir como es debido, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inarticulados. Y el que sondea los corazones sabe lo que pretende él lo que pretende el Espíritu cuando suplica por los consagrados de acuerdo con Dios

¡Cómo me cuesta vivir desde la Esperanza! ¡Cómo nos cuesta creer en lo que no vemos! Descubro mis carencias, mi vivencia del trabajo desde la resignación, el pesimismo, desde la negatividad. Descubro que solo confío en mi capacidad y en la capacidad (o la falta de capacidad) del Sistema Público de Servicios Sociales. Me cuesta confiar en la fuerza del Espíritu. Me cuesta sentir que el Padre me acompaña, carga con mis cruces y las hace más llevaderas. Me cuesta vivir estas situaciones desde la Esperanza.

Repaso unos Apuntes de los Ejercicios de la Acción Católica del 2007 sobre la Esperanza que nos dio Alfonso Gil. Son frases sueltas escritas en un cuaderno. Os las transcribo.

El cristiano es la Persona de la Esperanza. El cristiano siembra y espera. El cristiano talla para sacar lo mejor de sí mismo. Vive en el “ya sí y todavía no”. Vive la realidad del Mundo y la Utopía, el Reino de Dios, cielo nuevo y tierra nueva. No se concibe un cristiano sin esperanza. La esperanza no es un voluntarismo. Es una virtud de los pobres, de los que no tienen. Se afianza en la debilidad. Cuando soy débil soy fuerte.

¡Qué importante es el lenguaje, y cuánto dice de nosotros! Pensar en “puros”, “marrones” o “goles”, da una idea de que alguien se “quita un embolao” para “metértelo a ti”. Y eso se asume desde el enfado, desde el disgusto, desde el desagrado.

Pensar en Puntos Verdes da una idea de reto, de oportunidad, de trabajo en común. Supone un cambio en la mirada, centrar esa mirada en la persona, que es al fin y al cabo el objeto de nuestra intervención, mirar a esa persona como la mira Dios, desde la ternura, desde el cariño, desde el amor. Supone amar lo que hacemos.

Las palabras de Mª Eugenia sobre los Puntos Verdes me remueven por dentro. Siento a través de ella a Jesús que me llama y me invita a transformar mis “puretes” en Puntos Verdes.

– ¡Cómo me gustas! – le digo – Qué positiva que eres-. Y ella me contesta: – Tenemos que ser ejemplo -. (Se refiere a que las Trabajadoras Sociales debemos ser un referente positivo dentro de los equipos sanitarios).

Pero yo voy más allá, porque entiendo que también como Profesionales Cristianos tenemos que ser ejemplos de Esperanza para nuestros compañeros.

Estamos llamados a transmitir la esperanza y dar razón nuestra esperanza”. (Alfonso Gil)

Si alguien os pide explicaciones de vuestra esperanza, estad dispuestos a defenderla.” (1ª Pedro 3, 15)

Últimamente estoy tratando de cambiar mi actitud al respecto. Trato de no hablar de “marrones” y cuestiono a mis compañeras cuando me hablan de “goles” y “patatas calientes”. Les hablo de los Puntos Verdes de Mª Eugenia y la pongo como ejemplo a seguir por todas para mejorar nuestro trabajo.

  • Pedimos al Padre ser capaces de transformar los “marrones” en puntos verdes. Que sepamos ver el rostro de Dios en nuestras pequeñas y grandes cruces del trabajo y mantengamos puesta la Esperanza en la Resurrección.

Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios se infunde en nuestro corazón por el Espíritu Santo” (Romanos, 5, 5)