Desde Bilbao nos llega este precioso relato de la experiencia del retiro de adviento, celebrado en la Diócesis estos días atrás.

Casi dos semanas más tarde, vuelvo a releer las notas tomadas en el retiro de adviento el 2 de diciembre en Bilbao, y todavía puedo escuchar en mis oídos la voz de Elena Gascón. Elena es militante de PX en la Diócesis de Zaragoza. Es una de esas personas que cuando la escuchas te das cuenta de que no forma parte del movimiento sino que el movimiento forma parte de ella, de su modo de ser persona, ciudadana, profesional y cristiana. Son de esas personas que más que comunicarte cosas, esta comunicándote una experiencia, en este caso su experiencia de Dios. Una experiencia que de modo natural ha ido unificando las diferentes dimensiones de su vida. Con esa voz alojada en mi memoria afectiva, me recorre por dentro una emoción muy potente y un susurro que dice: eso es, eso es, lo tienes delante de ti!!! Atrévete, arriesga, nacer de nuevo!!!! Déjate nacer de nuevo por Dios!!! (Jn 3,1-21). ¿Acaso no celebramos esto en adviento?

“Nacer de nuevo a un ejercicio de la profesión que rompa con los criterios establecidos, los de “siempre se ha hecho así”, “quiero bien definida la  parte de mi trabajo”, “yo he hecho”…

Seguir a Jesús en el ejercicio profesional no puede dejarnos neutrales, no puede no cambiar nada, supone posicionarnos desde criterios que no son los establecidos, plenifica y duele, encontraremos aliados, hasta referentes, tanta gente que camina por delante de nosotros, que ejerce de estrella que nos atrae hacia otra forma de ejercer la profesión, desde otros criterios y otros principios, desde la ética, desde la compasión, desde la ternura, desde ir más allá, desde una vocación que realiza… pero todo ello no puede enmascarar que encontraremos conflictos, que llegará el momento de la denuncia que nos supondrá que ya no todos nos miren igual, que ya los jefes no nos valoren como peones que cumplen, útiles a otros intereses que no son los bienes internos…

Huimos de una fe estancada, que la sociedad quiere encerrar en el reducto de lo privado.

Como muchas personas hacen… por un lado, voy a misa. Por otro, estoy en mi despacho, soy profesor, ingeniero, TS, médico, educador, abogado, técnico… como máximo, la fe ilumina una ética de la excelencia, necesaria pero no suficiente… frente a eso, la propuesta de la espiritualidad encarnada es ser profesor cristiano, ingeniero cristiano, técnico cristiano… o al revés, como prefiráis: cristiano profesor, cristiano ingeniero o mejor cristiano profesional (técnico-político), o no soy cristiano cuando voy a misa… «No es posible encerrar a Dios. Al Dios de Jesús, al Dios de la Bienaventuranzas, al Dios de la Encarnación y la Resurrección no se le puede tejer sólo con una parte de nuestra vida, orientar qué ilumina y qué no, eso es domesticarlo…

¿Este tiempo de adviento seremos capaces de no tratar de domesticar al Dios de las Bienaventuranzas?

Porque si lo domesticamos….estaremos haciéndolo más pequeño, más a nuestra media, más cómodo, más manejable… pero también, mucho más insípido, menos liberador, menos capaz de salvarnos, menos Dios.

Si somos capaces de no caer en la tentación de construirnos un dios a nuestra medida, es que hemos caído en la cuenta de que Dios es siempre más grande que mi idea de Él, que mis imágenes prefabricadas de Él. Como a Moisés, nos pasa que aun deseando ver a Dios cara a cara con total nitidez solamente podremos “ver su espalda” desde “el agujero de la roca”(Ex 33,18-23).

Desde esta constatación, cobra su sentido pleno la palabra discernimiento. Necesitamos herramientas pedagógicas que nos ayuden a pararnos, a escuchar, a re-educar nuestra mirada, a rastrear las huellas de Dios en medio de nuestra vida. ¿Dónde mi sitúo en mi trabajo para contemplar desde el “agujero de la roca”?

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Dónde me sitúo para descubrir a Dios en mi ser profesional

Cuando intento descubrir a Dios en mi medio profesional me puedo situar: Arriba (es tan fácil mirar desde arriba, casi sin darnos cuenta, somos los que sabemos, los que decidimos…). Abajo (soy pequeñita, no puedo hacer nada). Cerca (tan cerca que no tengo perspectiva). Lejos (tan lejos que no veo lo que pasa, la gente que llora). Dentro (en medio del problema, afectada, alterada). Fuera (impasible, lejana…). En el centro (autoreferencial). A un lado (sólo pasaba por aquí… dígame qué tengo que hacer… – cuántos técnicos han perdido su capacidad de ser actores políticos, hacedores de política – qué posibilidades tengo de re-politizar el ejercicio de mi profesión). A su lado, doy rodeos como el escriba y el fariseo en la parábola del buen samaritano, o me acerco y me agacho, me paro a pesar de la prisa, del trabajo… abro espacios de encuentro o voy a lo que voy, soy eficaz o soy fecundo,… dedico tiempo a la escucha, al encuentro, todo el tiempo, algún tiempo, ningún tiempo.

Para discernir es necesario desear  ver a Dios y estar dispuesto a entrar en el agujero de la roca. ¿Estamos dispuestos?

“No es desde arriba, ni desde lejos, ni desde fuera como se ve a Dios… es entrando, entrando en la oscuridad del agujero, situarse pidiendo ver su gloria, no sabiendo de antemano todas las respuestas, aceptando ver sólo trazos de la ruta, no toda la hoja de ruta… no hay seguridades, no existe el 100%, el discernimiento sólo alcanza en el mejor de los casos al 49%, el resto será siempre fe, y hay posibilidades de error… pero de los errores también se aprende y se crece, y se crece en la fe.”

Vivamos el adviento como tiempo eclesial necesario cada año para prepararnos.

Sin prepararnos no lo vamos a captar, no lo vamos a poder vivir con toda su intensidad. La Navidad no será el regalo que es. Necesitamos una pedagogía para ir digiriendo lo indigerible, Dios se hace hombre, es voluntad de nuestro Padre hacerse digerible, Palabra comprensible, manos sanadoras, caricia tierna para los dolientes, las personas excluidas, para quienes que cargan pesados fardos sobre sus cansadas espaldas, las apartados del regalo de la fe y la comunidad, quienes pecan… pero también, denuncia abierta para quienes han oprimido a su pueblo en su nombre, para quienes transitan seguros los caminos de la vida, quienes, montados en sus criterios, tantas veces ‘religiosos’, marchitan la pequeña flor, doblegan hasta dañar la caña cascada y apagan la mecha vacilante, quienes no son capaces de percibir el trigo que crece en compañía de la cizaña…

Y término compartiendo algunas llamadas que me llevo primeramente para mí, luego  para mi equipo de revisión de vida, para  mi diócesis y finalmente para el movimiento en su conjunto.

  • Yo, cada una de nosotras, somos las únicas responsables en aprovechar este adviento como lo que es, un adviento único, no es el del año pasado ni será el del año que viene. Nadie puede ponerse en la hendidura de la roca por mi! Nadie puede buscar a Dios por mi!!!
  • Necesito servirme más de las herramientas que están a mi alcance para crecer, para madurar mi fe, para consolidar una espiritualidad encarnada. Algunas de estas herramientas son la Revisión de Vida, el Proyecto Personal de Vida y Acción, el cultivar una Lectura Creyente de la Realidad, los materiales que vamos generando en el movimiento, las reuniones del equipo de revisión de vida, las oraciones de la web, los retiros que organizamos en la diócesis, las sesiones de estudios, los tiempos de silencio y oración personal…..Todas estas herramientas me ayudaran solo en la medida que además cuide la frecuencia con las que las utilizo. Como ocurre en otras facetas de la vida….los saltos de calidad solo se dan cuando entrenamos mucho.
  • Recuperar el estudio del Evangelio. Para que el Evangelio sea significativo en mi vida, para que despliegue toda su potencialidad iluminadora, necesito conocerlo. Formarme un poco para mejor aprovecharlo y mejor conseguir coser el evangelio con mi vida cotidiana personal y profesional. ¿No os pasa que siempre nos quedamos en las dos o tres parábolas que hemos oído siempre?

¡Gracias Elena! Y Feliz Navidad a tod@s!