Creo que en la especie humana no somos muy diferentes unos de otros y que todos en algún momento de la vida nos hacemos las mismas preguntas, porque, …en que cabeza no ha resonado alguna vez : ¿qué es para mi la vida? La diferencia está quizás en la reacción: podrá pasar desapercibida como un eco lejano, o quizás seamos conscientes de ella pero los intereses, la inercia de la vida o tantas cosas que nos bombardean impiden la respuesta. Sin embargo pienso que esta evasión no es eterna y siempre llega el día en que te sientas en el camino y entonces te haces consciente de lo que has caminado, pero también de lo que te queda por caminar , planteándote si quieres “simplemente PASAR por el camino o si merece la pena DISFRUTAR del camino”.
Pero todo esto en mi caso supone un largo proceso en el que se pueden distinguir varias etapas:
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La etapa de niñez y adolescencia la veo cómo un ir acumulando condicionantes en un mundo de seguridades. Así se gestó una CRISTIANA CONVENCIONAL.
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A partir del matrimonio y emigración, las seguridades se vienen abajo y comienzo a descubrir la importancia de la PERSONA. No es una etapa de crecimiento en la fe, pero sí el inicio de un DESPERTAR DE LA FE, haciendo las primeras paradas en el camino lo que me permite ir descubriendo mis prioridades en la vida.
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El regreso a España con dos hijos es el momento en que hago las primeras sentadas en el camino pues veo necesario resolver muchas contradicciones personales. Así inicio una etapa de CRECIMIENTO EN LA FE, etapa no exenta de dificultades. Busco, pero lo que encuentro no termina de satisfacer mi ansia de un DIOS VIVO.
En Octubre de 2004 entro en contacto con el grupo de profesionales de mi ciudad; primeramente participo en las Eucaristías lo que supone un gran paso, pues en ellas compartimos las experiencias de vida y proyectamos LA PALABRA en la vida. En Noviembre del mismo año participo en el Foro donde Inmaculada Franco (entonces Presidenta Estatal de Profesionales Cristianos) hace una presentación de Profesionales Cristianos, lo que supone la apertura de un horizonte muy esperanzador.
Ya iniciado el 2005 me incorporo en un grupo que en el momento actual podría denominar “FUENTE DE AGUA VIVA” porque es un continuo recibir con impulso para dar. Aunque todo es mejorable y en ese camino estamos, la pertenencia a Profesionales Cristianos me permite vivir el Evangelio en mi trabajo, me alienta en las dificultades que surgen en este quehacer, me ha despertado la inquietud social ampliando la visión de la realidad más allá de mi entorno próximo. Todo esto va creando en mí una necesidad de formación que en parte también se recibe a través de Profesionales.
En muchas ocasiones me siento muy limitada, pero sin embargo algo debe de notarse cuando algunos alumnos llegan a decirme, lo que nunca antes me había ocurrido, que soy una profesora diferente, que se me nota feliz en mi trabajo, con entusiasmo y ganas de transmitir muchas cosas, incluso las que nunca estarán impresas en un libro. Todo esto me hace ver la importancia de dar al trabajo educativo un toque humano y tremendamente cristiano. Incluso, aprovecho los momentos propicios para manifestar mi compromiso y pertenencia a un grupo de Profesionales Cristianos.
Ahora sí puedo decir que disfruto caminando: veo, siento, me interrogo, busco respuestas, comparto y así espero contribuir a un mundo más justo que no es otra cosa que el Reino de Dios.