La experiencia que comparto se refiere a unos carteles con el lema OTRO MUNDO ES POSIBLE que vi en la universidad. Era una convocatoria abierta al personal universitario para conocer la ONG Ingeniería Sin Fronteras. Luego continuó con un acto en salón, al que asistimos varios profesores y bastantes alumnos. Hay que destacar que el interés de todos era notorio.
Me provocó sorpresa por el hecho de ver esos carteles en la universidad, por ser un lugar algo desértico para mensajes de este tipo. Y también me resultó sorprendente la reacción de la gente, por un lado, por la asistencia y por otro por el interés y por las ganas de trabajar en este tema. Además no me dejó indiferente porque vi una oportunidad de trabajar directamente por los más pobres, de una forma organizada y con más gente.
Durante muchos años, desde mi proceso de crecimiento en la fe en el movimiento Juventud Estudiante Católica, ha estado rondando por mi cabeza y por mi corazón la idea de opción por los pobres. En una oración, en un retiro, en un acercamiento a una realidad de injusticia en la universidad,…siempre andaba detrás esa idea. Porque Jesús siempre estaba cercano a ellos, porque interpelaba al resto al actuar de ese modo con los pobres, porque denunciaba realmente las situaciones que vivían y eran para El, al fin y al cabo, el motivo de su estar en aquel tiempo. Realmente me toca por dentro porque si un cristiano no está en este mundo para solucionar esas realidades de pobrezas, ¿qué pinta realmente aquí? Siento la llamada de Dios que se me manifiesta desde los más pobres, actúa en esa realidad y en mi lucha contra esas injusticias. Personalmente surge en mí una transformación: si desde mi mundo profesional, yo quiero hacer algo para hacer frente a esa realidad, me tengo que poner en marcha. Siento que en mi Experiencia personal y proceso (y en general para un «cristiano adulto») es necesaria, la formación, el compartir lo que uno siente y vive con otros,… pero hay que “HACER”. Hay una llamada también a cuestiones personales sobre cómo vivir la pobreza
Dios se nos comunica
Por supuesto que Dios se me manifiesta. En primer lugar desde las personas que necesitan de nuestra ayuda y que puedo ver en una diapositiva (un representante de la ONG nos presenta alguno de los proyectos que realizan en Sudamérica).
También desde otros jóvenes que tienen la esperanza de hacer algo desde la formación que están recibiendo, desde compañeros profesores de la Universidad dispuestos a poner de su parte. Las motivaciones en cada uno de ellos pueden ser diferentes, pero yo veo que Dios se manifiesta a mí en esas personas. De forma particular siento la acción del Espíritu en mí, al animarme a plantearme el impartir una asignatura de libre elección en la Universidad (Cooperación al Desarrollo), que compre libros sobre la materia, que sienta la necesidad de formación sobre el tema… y sobre todo se manifiesta en medio de un espacio privilegiado que es la universidad.
Pero la experiencia de Dios es cosa de dos, y en cuanto esto, si doy cabida a Dios en mi vida, que se manifiesta a través de todas estas cosas y en esta realidad tan concreta de la pobreza, tengo que decir que sí, y que ello hace que también se manifieste en planteamientos personales de estilo de vida. Por lo que respecta al grupo, el hecho de compartir, de orar, de tener momentos específicos de parada y contemplación… son importantes para crecer. Es difícil caminar sólo en la fe. Además cuando tu compromiso se desarrolla con gente que también tiene otras motivaciones, no tiene cabida el compartir con profundidad lo que uno va sintiendo. Por eso es importante ir viendo la acción de Dios en los pasos que uno va dando.