La totalidad es más que la suma de las partes solemos decir. Este fin de semana en Pozuelo lo hemos podido experimentar. La sesión de estudios es ese encuentro anual donde visibilizamos que el Movimiento de Profesionales Cristianos se construye a partir de pequeños retazos de vida y de vida profesional compartidos, re-pensados juntos y celebrados en la eucaristía.
Construimos movimiento a partir de la materia prima que somos cada una de nosotras, a partir de las experiencias que cada diócesis va generando, a partir de la singularidad enriquecida por esas otras singularidades que nos acompañan en el ejercicio cotidiano de nuestra profesión. El equipo de revisión de vida es ese espacio en el que a fuego lento vamos creciendo como personas, ciudadanos, profesionales y por supuesto como creyentes. En la medida que trabajamos un material, que compartimos la lectura del Evangelio, que rezamos juntos, que llevamos la vida personal y profesional para amasarla con todo lo anterior, solo en esa medida, vamos alcanzando una síntesis fe-vida que nos empuja a ser sal y luz en medio del mundo.
Sesión de Estudios 2018
La Sesión de Estudios de cada año es una experiencia comunitaria potente, donde compartimos el trabajo de todo el año y nos proyectamos hacia el siguiente. Acabamos de celebrar el 26-27 de mayo nuestra última sesión de estudios y de ella podríamos rescatar algunos momentos nucleares.
El primer núcleo ha sido el compartir las aportaciones surgidas del momento segundo de nuestro trabajo anual (Juzgar). Durante este curso nos preguntábamos en cada equipo de revisión de vida: ¿Qué claves del evangelio y criterios de la Doctrina Social de la Iglesia descubrimos como inspiradores para nuestro ejercicio profesional? ¿Qué subrayados hemos de hacer para que nuestras profesiones sean medios eficaces para reducir las desigualdades?
El segundo núcleo significativo lo encontramos en la mesa de experiencias profesionales. Nos han acompañado cinco profesionales de diferentes ámbitos: educativo, comunicación, sanitario, económico y empresarial. Escucharles y conversar con ellos ha resultado muy estimulante. Nos regalaron cinco narraciones absolutamente inspiradoras. Cinco modos concretos de como desde la creatividad evangélica es posible abrir nuevos caminos profesionales al servicio de la reducción de las desigualdades.
Hemos escuchado que es posible construir espacios educativos donde la persona y sus capacidades sean lo que configura al sistema de educación y no a la inversa. Es posible desarrollar una banca que sea ética, que ponga el dinero en el lugar que le corresponde, el de ser una herramienta al servicio de las personas, y de las personas y proyectos que por partir de una situación de desigualdad lo tienen más difícil para vivir dignamente. Es posible una comunicación honesta y comprometida con los más pobres de la tierra, una comunicación que no se quiere plegar a la agenda que diseñan los poderes políticos y económicos y que poco tiene que ver con las necesidades de la mayoría de la ciudadanía. Es posible una medicina y unas profesionales sanitarias que salgan de esa zona de confort que nos ofrecen los protocolos, se desprendan del paternalismo que lo impregna todo y se sienten junto a las personas enfermas a diseñar dialécticamente sus procesos curativos, considerando a las personas enfermas desde sus capacidades no tan solo desde sus limitaciones.
El tercer núcleo fue la dinámica del Word café. Una dinámica en la que nos sometimos todas las personas que participábamos de la sesión de estudios a las mismas cuatro preguntas que les habíamos hecho a los ponentes de la mañana. Estas preguntas eran: ¿Qué posibilidades de transformación de las desigualdades crees que te ofrece tu profesión? ¿Qué dificultades o incluso crisis te has encontrado? ¿Qué elementos te han ayudado a superar esas crisis? ¿Qué es lo que más te ha ayudado a madurar como persona, como ciudadano, como profesional, como militante y como creyente?
Un cuarto núcleo aparece inmediatamente después de esta dinámica grupal y fue el que nos concedimos un espacio para el silencio, para contemplar despacio los paneles donde habíamos ido volcando nuestras respuestas. Un tiempo para la oración personal, para la escucha, donde pasamos por el corazón aquellas llamadas que a lo largo del día Dios nos había ido haciendo.
El colofón de esta jornada fue el compartir la celebración de la eucaristía. Celebramos la festividad de la Trinidad. Creer en un Dios Trino es tanto como creer en un Dios que es comunicación, que es comunitario, dinámico y por ello nos está llamando como profesionales cristianos a vivir de esa misma manera. Saliendo de nosotros mismos hacia los demás, generando junto a otras personas redes donde el Amor sea la razón primera y ultima de nuestro hacer profesional.
El domingo terminamos nuestro encuentro con la celebración de la comisión general. Espacio colectivo donde hacer los ajustes de nuestra liviana estructura organizativa. Informarnos de cómo están nuestras cuentas, esas que son posibles únicamente desde el compromiso económico de todas las personas que formamos el movimiento. También nos llevamos deberes para cada diócesis y para cada equipo de revisión de vida. La tarea de re-pensar quien podría estar disponible para ser la/el siguiente secretari@ del movimiento. No nos fuimos sin perfilar las líneas del trabajo del siguiente curso 2018-19. Llevamos dos años y el próximo seria el tercero, donde hemos ido profundizando desde la especificidad de lo profesional en el análisis de las diferentes desigualdades que nos encontramos tanto en nuestros ámbitos profesionales como en el conjunto de la sociedad y como desde el dejarnos interpelar por el evangelio y la DSI estamos llamados a trabajar por transformar esas situaciones de injusticia.
Tocará a la vuelta del verano dar un paso decidido hacia el ACTUAR, personal y colectivo. Atendiendo a lo descubierto en el primer curso, en el VER, escuchando las llamadas surgidas en este segundo curso, en el momento del JUZGAR, se tratará ahora de descubrir las concreciones de todo ellos para cada persona y para el movimiento en su conjunto. Estamos llamados en el ACTUAR a ser profesionales en salida, profesionales que, impulsados por el Espíritu, se lanzan a practicar la Buena Noticia, en medio del mundo. Es el momento de descubrir caminos, quizás tímidos, desdibujados, quizás algunos incluso inéditos pero plausibles por los que discurrir como profesionales al servicio de aquellas personas que sufren de manera más sangrante las desigualdades.
Se abrirá en el nuevo curso el tiempo para que enraizados en la experiencia personal de Dios nos atrevamos a SOÑAR nuestro proyecto personal de vida, nuestro grupo de revisión de vida, nuestra diócesis y nuestro movimiento, con los parámetros con los que los sueña el mismo Dios.
El equipo permanente (Pepe, Belén, Carlos y Roberto) os desea un feliz verano.