• ¡Eres un cielo! –dijo la madre de Ben cuando se fueron a pasear por el campo al atardecer-. ¡Eres tan dulce! ¡No hay otro como tú en el mundo entero! –le dijo su madre.
  • ¿De verdad no hay nadie como yo? –preguntó Ben
  • Claro que no –dijo la madre-, ¡tú eres único! Siguieron caminando despacio.
  • Pero, ¿por qué no hay otro como yo en el mundo entero?
  • Porque cada uno es único y especial.
  • ¡Yo no quiero que haya sólo uno como yo en el mundo entero! –dijo Ben.
  • ¿Por qué no? Es maravilloso que seas único y especial! -dijo la madre.
  • Pero, así estoy solo –dijo Ben-. ¡Quiero que haya alguien más como yo! ¿Es que tampoco hay nadie como tú en el mundo entero?
  • Eso no –dijo la madre.
  • Entonces, ¿también tú estás sola?
  • En absoluto, te tengo a ti y a papá.
  • Pero no tienes a nadie exactamente como tú.
  • Eso no –dijo la madre.
  • ¿Es que sola no te encuentras sola?
  • Estoy un poco sola y un poco con todos… y me resulta agradable estar un poco así y un poco así.
  • Entonces, ¿de cada uno hay solo uno en el mundo?
  • Todos estamos un poco solos, pero también juntos. Estamos solos y juntos a la vez.

“El abrazo”. David Grossman y Michal Rovner

 

Oracion-Profesionales-Cristianos-relacion-con-jesus-20151224Al iniciar el curso, en los grupos planificamos y nos llega el momento de pensar y exponer el plan de vida. Ante el papel el reto de explicar a los compañeros del grupo de revisión de vida, al fin de al cabo, lo que tú eres.

Momento privilegiado de pararse, de ver donde estas nuestras ilusiones, nuestros proyectos… pero también nuestros miedos y dolores. Es uno de los momentos donde somos auténticos. Es momento de soledad y de ver lo que la vida y el Padre nos alientan a afrontar.

Señor, te pido que me des luz para vislumbrar por dónde van mis pasos en los diferentes ámbitos de mi vida. Te pido sabiduría en mi labor profesional, que sea instrumento y vehículo para que padres, profesores y niños tengan una vida más plena. Te pido paciencia y aceptación de aquellos aspectos personales que me cuesta asumir”. Te pido que des generosidad para estar a la escucha de todos los que me rodean”.


 

Marcos 10, 45-52:

Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”. Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: “Hijo de David, ten compasión de mí”. Jesús se detuvo y dijo: “¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Maestro, que vea”. Jesús le dijo: “anda, tu fe te ha curado”. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.


Todos estamos en camino y a veces sentimos la tentación de parar, de sentarnos: “que otros anden”, ”yo me quedo aquí…”. Por otro lado, en ese camino nos encontramos con diferentes personas y situaciones que nos pueden decir algo o que nos llaman a algo.

Señor, gracias por aquellas personas y situaciones que nos movilizan, que nos acompañan, que sacan de nosotros aspectos que no hubiéramos descubierto. Hazme sensible ante las personas que me encuentro en el camino para ofrecer los dones que puedo ofrecer a los demás.

Ana, Profesionales Cristianos – PX Palencia