Al comenzar el nuevo curso, nos ponemos de nuevo en tus manos:

“Llegaron a Cafarnaún y, apenas comenzó el sábado, entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Se admiraban de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los maestros de la ley. En la sinagoga había precisamente un hombre con espíritu inmundo, que se puso a gritar: ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? ¡Sé quién eres: el santo de Dios! Jesús le increpó diciendo: ¡Cállate y sal de ese hombre! El espíritu inmundo le retorció violentamente y, dando un fuerte alarido, salió de él…..

“Al salir de la sinagoga, Jesús se fue inmediatamente a casa de Simón y de Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Le hablaron enseguida de ella, y él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció y se puso a servirles. Al atardecer, cuando ya se había puesto el sol, le llevaron los enfermos y endemoniados. La población se agolpaba a la puerta. El curó entonces a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero a estos no les dejaba hablar, pues le conocían”

“Muy de madrugada, antes de amanecer, se levantó, salió a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca. Cuando le encontraron, le dijeron: Todos te buscan. Jesús les contestó: Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues para eso he venido” (Marcos 1,21-38)


Señor del Tiempo y de la Vida:
Gracias por esta nueva oportunidad de “empezar y seguir”
preguntando, buscando, aprendiendo y construyendo.

Para que algo sea nuevo quiero pedirte que mi mirada gane
en hondura y detalle para que vea más claramente el discurrir
de mis días junto a mis compañeros, amigos y a la humanidad
entera como una travesía hacia el crecimiento, la entrega, el amor
y la lucha por un mundo más humano y más justo para todos.

Hazme caminar consciente y atento a todos los lugares y personas
con los que me iré cruzando en este tiempo, y que conozca, por
experiencia, qué bellos son los pies del mensajero que anuncia
la Buena Noticia.

Quítame el miedo a los cambios y a las preguntas que me oprimen
el corazón y la mente para que acoja serenamente y aprenda a vivir
con ellos hasta el día que sea posible una decisión, una respuesta.

Que dé la bienvenida con una sonrisa a todos los que me ofrecen su
mano y sepa crear con ellos una red de acogida, de presencia,
de implicación y solidaridad de modo que cada nombre
y cada historia me sean importantes.

Que reciba como un regalo tuyo personal cada una de las cosas
creadas y sepa disfrutarlas, pero también cuidarlas y
compartirlas no sólo con los míos.

Que el manantial de la ternura y la compasión, que brotan de tus
entrañas de misericordia, manen sin cesar dentro de mí, día y noche
y comprenda y acoja los gozos y las lágrimas de cada uno de tus
hijos, mis hermanos.

Que cada mañana despierte sereno y con bríos, con la acción de
gracias en mis labios y en mi corazón y que mis palabras y los
hechos, pequeños o grandes, proclamen que todo es gracia,
oportunidad y don.

Que mi espíritu esté abierto para descubrir lo que de mí quieres en
cada momento y que mi oración sea un tiempo de amor y de vida,
de sabiduría y docilidad a tu Palabra y a tus palabras de valentía y
fortaleza, de generosidad y reconciliación, de paz, y de permitirte
sembrar en mi mil inquietudes, que me hagan madurar como
persona y mejorar el pequeño rincón de la tierra en que me has puesto.

Te ofrezco todas las horas de este nuevo curso para que, como
levadura evangélica, sin miedos ni falsas excusas, sea capaz de
fermentar este mundo en tu Nombre, haciéndole nuevo, tierno
¡más tuyo!

Y que Tú me salgas continuamente al encuentro con tu bendición,
siendo mi Roca, mi Fuerza, mi Consuelo y mi Apoyo… aunque yo me olvidara de ti y guárdame de todo mal.