Esta mañana apareció en la farmacia Antonia La Piriña. Traía tres recetas en la mano, y su carita de siempre, gorda y sonrosadita, esbozando una sonrisa. Me alegré al verla, porque aprecio mucho a esta mujer. La admiro desde que la conocí, por su manera de encarar la vida, sencilla y pacífica, animosa siempre, cariñosa con sus hijos, aparentemente feliz….
Sé bien de sus dificultades económicas, de su marido alcohólico, de su falta de cabeza para administrar el dinero, de las cuentas que nos debe en la farmacia, de cómo “se encomienda al Señor para no quedarse embarazada” cada vez que su marido llega borracho a casa, del embarazo de su hija de dieciséis años, de las fatigas pasadas en el último parto suyo, hace unos meses, porque ya empieza a estar mayor……Pero siempre parece en paz. Ama a sus siete hijos con locura y vuelca en ellos toda su energía….
Hoy la he visto un poquito más seria. Según iba yo recortando los Cupón Precinto, me he fijado que eran tres psicotropos nuevos, pautados con un régimen posológico que me parecía imposible que ella fuese capaz de poner en práctica….
-Antonia esto que te han mandado son unos medicamentos muy difíciles. ¿Tú sabes leer?
-Sí, yo sí ¿pero qué quiere usted que lea si yo estoy tan mala que si viera usted lo que he hecho? ¡Ay Dios mío, que hace unos días con otras pastillas me he querido suicidar!
Y ahí ha empezado a contarme la historia de lo que recordaba, y de cómo se la debió llevar la Ambulancia para el Hospital. De allí venía, esta misma mañana, recién dada de alta, después de una semana en la UCI. A mí se me ha arrugado el alma al escucharla detrás del mostrador.
Y no logro quitarme su imagen de la mente….Veo en ella Tu Rostro en la Cruz, Señor. El rostro de todos los desgraciados de este mundo, los empobrecidos, los maltratados.
Y resuenan entonces las palabras del Evangelio
“Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra….Dichosos los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia. (M 5, 1-12)
Y también el
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. (Mt 25, 34-35)…”
Gracias Señor, por hacerme ver a través del sufrimiento de esta mujer, que Tú no quieres hombres y mujeres desnudos, ni hambrientos, ni presos… sino que quieres que busquemos para todos el vestido, el alimento, la libertad… la vida
Ayúdame a estar despierta para saber cómo podemos ayudar a La Piriña desde nuestra labor cotidiana en la Farmacia, y cómo podemos contribuir de una manera personal y colectiva a que se destierren las causas estructurales que a nivel social permiten que haya situaciones familiares como las que vive esta mujer.
Ábrenos los ojos Señor, danos tu Luz.