Hacemos oración desde Nicaragua:

 

«Son las 4 de la tarde, llego a casa con mucho calor. Salí esta mañana sobre las 7, una hora en bus hasta el colegio y allí 5 horas acompañando al profesor de Matemáticas, Carlos.

De vuelta a Managua voy a la oficina, allí me encuentro con que ha habido un cortocircuito o algo así, no hay luz, ¡con el calor que yo traigo y nada de aire acondicionado!… me como mi sándwich de queso español (esa reserva tan celosamente guardada) y bebo muuuuuuuuuucha agua. Mi gozo en un pozo, ni fresquito, ni conexión a internet y es que la oficina es para mí un oasis en el que disfruto de lo uno y lo otro.

Con calor y todo en mí bulle la mañana de hoy, las horas pasadas con Carlos, los alumnos, el colegio…

Carlos muestra hacia mí una deferencia que llega a parecerme excesiva. Se preocupa porque de un aula a otra vayamos por el pasillo encementado y no por la tierra/barro, “tiene sandalias” me dice señalándome los pies, “no importa” le contesto “la calle donde vivo en Managua está bastante peor”. “¿Cómo son los colegios en España?, ¿tienen lodo?”, me pregunta, yo salgo por la tangente “allí no tenemos esta vegetación tan bonita, todo es cemento y hormigón”. ¿Cómo comparar las instalaciones de uno y otro país?

Vamos de un nivel a otro, de 9º a 11º, de ahí a 10º y por último dos horas con 7º.

Después de cada clase me pregunta: “¿tiene alguna sugerencia que hacerme?, ¿alguna aportación?”, yo intento darle el protagonismo, resaltar todo lo positivo que veo, situarme a su lado. También le comento cosas como haría con cualquier con cualquier compañero: que es mejor que el alumno tenga que aprender cuantas menos fórmulas mejor, reforzar  el trabajo de los alumnos, pasear por el aula… Todo lo acoge y agradece.

De clase en clase va cargado con libros que a mí me recuerdan la enciclopedia Álvarez, los alumnos no tienen libros, él me señala los que utiliza y me dice: “me los proporciona la Dirección”

Llegamos a 7º, están con problemas con fracciones, coge el libro y dicta problemas ciertamente descontextualizados que él intenta adaptar. Me pide que le eche una mano. Los alumnos hacen operaciones mecánicamente, he aquí el problema, cuesta hacer un razonamiento del tipo “tengo x, gasto y, me queda x-y”. Para ayudarles les pongo casos de su vida: “tu mamá te da 40 córdobas para que vayas a la venta a por 2 libras de pollo que vale a 18 córdobas la libra, ¿cuánto tienen que devolverte?”, lo hacen rápidamente. Al finalizar la clase nos quedamos un ratillo hablando, Carlos me dice: “he observado que ponía ejemplos con números enteros”, “imagino que tendremos capacitaciones de estrategias como esta”, yo le contesto vagamente algo de que lo que intentaba con esto que hacía era aprovechar lo que el alumno sabe de forma intuitiva, internamente mascullo más, me pregunto cómo transmitir eso que da la práctica docente, que a mí me surge como un reflejo natural cuando surge la situación…

Carlos está ávido de aprender estrategias para utilizar en el aula.

Pienso en Carlos, 33 períodos lectivos semanales con alumnos por la mañana; turno de tarde en otro colegio; estudiante sabatino en la Universidad; da clases particulares los domingos; tiene familia… ¿hay quien dé más?

Y oro con las palabras de Lucas 6, 21: “Felices los que tenéis hambre porque seréis satisfechos. Felices los que lloráis porque reiréis”

Y me surge una acción de gracias, lo que repito en cada una de las aulas en las que entro por primera vez: “gracias por acogerme y por permitirme estar con ustedes”

Gracias Padre por haberme traído hasta aquí, gracias por cada una de las personas que lo han alimentado, propiciado y posibilitado. Sabes que no es fácil, que aquí se hace vida aquello de sentir las olas y la tormenta en medio del mar y surge la pregunta de qué hago aquí, pero tú siempre estás atento y tiendes tu mano amiga a través de muchos gestos, situaciones y personas.

Gracias por PX, ese espacio de compartir vida profesional y fe como algo que unifica a la persona. Hoy siento con fuerza esa chispita docente, la voy sintiendo en cada uno de mis contactos con los coles y eso me anima y me ilusiona. Compartir con PX esta lectura de mi vida profesional en Nicaragua es uno de esos gestos tuyos de cariño. Gracias»