Introducción:
Cierto, hemos agradecido esa corriente de solidaridad a raíz de la catástrofe de la DANA de Valencia. Ha sido extremadamente llamativo ver a tantos jóvenes en medio de tanta gente un fin de semana tras otro organizándose solos: bomberos que no han cobrado horas extras, fontaneros, electricistas, estudiantes…toda una ola de solidaridad que nos ha emocionado.
A muchos nos refuerza que es dándonos donde está el verdadero sentido de la vida.
Pero no siempre es así, faltan voluntarios en muchas ONG., en muchas realidades de soledad, marginación y pobreza. Las situaciones extraordinarias convocan pero no son duraderas. Necesitamos vivir la entrega generosa, en lo ordinario de la vida, en nuestra profesión, en el lugar de trabajo, al lado de la gente con la que vivimos. Es aquí donde nos lo jugamos todo porque es, en nuestro día a día, donde tenemos que comprometernos, en la familia, con los amigos, en el barrio, en la parroquia etc.,
Debemos recuperar el valor de lo ordinario realizándolo extraordinariamente. Es preciso vivir con plenitud el momento presente, el aquí y el ahora. Es decir, vivir conectados con la presencia del Dios que nos habita.
Ya el propio Jesús empezó su misión en su Galilea particular antes que en ningún otro sitio.
Lectura: Mc: 1, 14-20
Comienza su proclamación
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la Buena Noticia de Dios. Decía:
-Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios. Arrepentíos y creed en la Buena Noticia.
Llama a sus primeros discípulos
Caminando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo:
–Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres. Al punto, dejando las redes, le siguieron. Un trecho más adelante vio a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglaban las redes en la barca. Inmediatamente los llamó. Y ellos dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con él.
Como Simón, como Andrés, ¿podremos descubrir en oración nuestra historia? ¿Cómo narraríamos nuestro encuentro con Jesús, ese encuentro que nos cambió la vida? ¿O aún estamos buscando “arreglos” que nos ayuden a seguir siendo sus discípulos, sin dejarlo todo?
Abramos nuestro corazón y “en su nombre”, solo porque El lo dice, hagamos que este evangelio sea nuestra propia historia y demos gracias a Dios por ello.
Diocesis de ZAMORA. Febrero 2025